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MIGUEL ANDREIS | La noche en que Goyeneche estuvo casi solo ¡¡Perdón Polaco, perdón…!!

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Escribe: Miguel Andreis –
Crónicas urbanas…
No han sido pocos los debates que se dieron, dan y darán, en ocasiones fuertes, sobre quién fue el cantor más grande que diera el tango en el país.
Parecería que a la distancia, casi como indiscutido, aparece Carlos Gardel; el tema es definir quién ocupa el segundo plano en un contexto más contemporáneo: Julio Sosa o el Polaco Roberto Goyeneche.
El Polaco, en el porteño, lleva cierta ventaja. Aún sobre el mismo “Yorugua” de Sosa. Goyeneche es el referente de una forma de entender la vida. Representó al trasnochador. Se sabe que él eligió la de precio más caro con su propio ser… No obstante, cualquiera que guste de la voz de un hombre que entretejía la luna con el sol, allí estará su nombre. Gardel y Sosa, además de ser excelentes, brillantes, sobresalientes, llevan una “ventaja” en la más bestial desventaja existencial, fallecer jóvenes y en accidente. La necrología que nos nutre culturalmente a los argentinos, los ubica en lo más alto de los pedestales.
Lo ocurrido en Villa María
Precisamente con el Polaco sucedió un hecho muy singular en nuestra ciudad allá en la década del sesenta. Tiempo en que el Club Unión Central lograba con sus bailes de carnavales concitar una nutrida concurrencia. Paradójicamente, una de las instituciones que entre otras les peleaba una gran porción de asistentes, era el Vélez Sarsfield, club que le había entregado la organización de eventos sociales (bailes, concurso de cantores y otros números) nada menos que al inolvidable Enrique “Quique” Urani. Personaje sobresaliente en el marco de lo popular. Un movilizador de soñadores sin frazadas y escenarios coloridos que en su mayoría se mimetizaban con raquíticos bolsillos.
Había sido y vaya esto como dato anecdótico, el mismo Urani quien precisamente quien trajo por primera vez a la villa al “Cuarteto Leo”. Uno de los más atractivos, sino el más, que diera Córdoba. Cada punto de la Provincia reclamaba la presencia de estos músicos, que tiene su punto de unificación en dos apellidos Augusto Marzano- Miguel Gelfo. En 1943 le dan marcha a la popular música cuartetera. El nombre de Leo proviene por Leonor (pianista) a la postre esposa de Gelfo. Dama que con su mano izquierda (que tenía algún problema de movimientos) fue marcando el ritmo del tunga tunga.
El Huracán
Contaba el empresario que los integrantes de la comisión del Huracán, otro club tan popular como familiar no se mostraban muy alentados con la posibilidad de contratar al ya exitoso cuarteto. La fecha que le había otorgado don Miguel Gelfo a Urni era un miércoles. La respuesta de los huracanenses fue “¿¡Quién va a venir a un baile un miércoles!?” “Se va a clavar don Urani..”. El quique a intrépido no le iban a ganar, manoteó unos pocos pesos que tenía y entregó la mitad de lo que salía el alquiler de la institución. Era una jugada brava. La noche de la convocatoria la gente comenzó a llegar desde temprano. Cerca de las 23 hs se escuchó un estruendo. Adentro ya no cabía más gente. Quienes estaban afuera no querían perderse a Leonor Marsano con su piano, ni la voz de Sosa Mendieta o el pibe que pintaba para más: Carlitos Rolán. Éxito total… Urani tenía razón. Desde entonces el nombre del Quique metía respeto a cualquier organizador de este tipo de eventos que intentará salirle al cruce con una propuesta de espectáculos..
Los de Unión apostaron fuerte en aquel enero
En el Unión Central, también familiar. También popular, se iba calentando máquinas para los grandes carnavales donde ahí sí, imponía su preeminencia. Decidieron realizar un baile de anticipación. Contrataron s una de las voces más representativas del tango. Al mayor fraseador que diera el 2 x 4: Roberto Polaco Goyeneche con la orquesta de Baffa-Berlingieri; Imposible mayor garantía de calidad interpretativa y, supuestamente, concurrencia de público.
Daba la casualidad que Urani tenía ya firmado un contrato para la misma fecha, nada menos a otro nombre estelar que rompía el acordeón. Enorme taquillero. Heraldo Bosio. El empresario volvió a apostar al folclore cordobés. En algún viejo cajón descansarán las fotografías históricas de aquella pulseada. La diferencia entre club y club no es más de 7 ú 8 cuadras. Los unionistas no podían perder esta partida. En teoría, no.
Urani con una estanciera y un carro tirado a caballo, lleno de guirnaldas, dos soles de noche, una bocina hacia delante y otras hacia atrás, salió a recorrer y publicitar día y noche al pintoresco Bossio. Quique no le temía a nadie en estas lides.
Viernes de milonga popular.
Bossio reventó el Vélez Sarsfield, casi mil personas; Goyeneche llegó a cortar nada más que 167 entradas. El acordeonista cuartetero ganó por paliza en la boletería. Al fin eso era lo que perseguían.
Así es la vida del artista. La mayoría de los argentinos tal vez nunca escuchó hablar de Heraldo Bossio; Sin embargo, en noches de etílicos estirados, se sigue discutiendo quién fue el más grande de todos los cantores de tangos de la historia…
Cuando escucho al Polaco, aún hoy, se me eriza la piel… no habrá ninguno igual. Ninguno. A veces recuerdo que en Villa María don Heraldo, desde un humilde club le ganó por paliza a este enorme cantor y me dan ganas de gritar… ¡¡Perdón Polaco… perdón!!

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