Escribe: Julio C. Nieto – ¡Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor!… ¡Ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador! ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! ¡Lo mismo un burro que un gran profesor!
1869.- Argentina se encamina a su consolidación; atrás quedan las sangrientas guerras civiles, y ese país desierto, pobre y despoblado. Argentina es el último orejón del tarro latinoamericano. Mitre su primer arquitecto, quien aceptó que Buenos Aires se integre a la Confederación. Su paso por la presidencia será una semilla a fructificar, las comunicaciones, una nueva Constitución, líneas férreas y una nueva Argentina parece brillar las ideas de esos jóvenes que en 1837 soñaron una gran Nación.
En la tarde del 18 de septiembre de 1869 encuentra al joven del ’37 Faustino Valentín Sarmiento, luego bautizado Domingo en la presidencia de la nación. En su despacho, el Mingo, de obstinado carácter sueñan con el Estados Unidos de América del Sud.
Fresca estaba en su imaginación su reciente viaje por los Estados Unidos. Su utópica Argirópolis está por cumplirse. Los resultados del primer censo lo desafían.
La situación es la siguiente: 1.877.490 habitantes y el 87% analfabetos. El fantasma de la barbarie de su Facundo lo atormentan. Su voz gruesa y tonificante exige una reunión de gabinete.
Se encuentran en el mismo Adolfo Alsina (vicepresidente), Dalmacio Vélez Sarsfield (Ministro del Interior), Mariano Varela (Canciller), José Benjamín Gorostiaga (Ministro de Hacienda) y Nicolás Avellaneda (Ministro de Instrucción Pública), Martín de Gainza (Ministro de Guerra y Marina). Su orden es la siguiente: “Señores debemos construir una gran nación, he de trazar la política de Estado para los próximos cien años: educar, educar, escuelas y escuelas… DEBEMOS HACER DE ESTA PATRIA UNA GRAN ESCUELA”.
Cada año, la OCDE elabora en conjunto con sus naciones miembros los famosos exámenes PISA.
Los resultados para nuestro país vienen desde su implementación de mitad de tabla para abajo, por lo que al margen de poner en debate su metodología o condición, el problema que aqueja a todos los otros, sigue siendo la Educación.
Alguna vez, un profesor de Filosofía mencionó que la etimología de la palabra Educación (Educare), significa Ex=sacar/extraer ducere= la esencia de nosotros; algo así cómo sacar lo mejor de nosotros desde adentro hacia afuera. Y dicha función deberá contar con aquel que «Da Ciencia» (Docente), que son los que Enseñan («señalar hacia»).
A este acto, los griegos lo llamaban Paideia. Sarmiento, gran lector y admirador de los greco-latinos los tuvo más que presente y sabía que «Todos los problemas, eran problemas de educación».
Pero, ¿Quién fue verdaderamente este gran hombre amado y odiado por sus compatriotas?
Criado en la indigencia, hijo de un peón arriero y de una tejedora, Faustino Valentín Sarmiento nació en San Juan el 14 de febrero (y no el 15) de 1811, por ello el nombre de Valentín. Domingo, será agregado mas adelante, por la devoción de su madre a Santo Domingo.
No concurrió a la escuela primaria ni secundaria, pero llegó a dominar cinco idiomas, ser un lector incansable, y poseer una de las mejores plumas de su tiempo. Leyó a los principales autores del siglo XVIII y XIX. Viajó por Europa, África y América del Norte donde logró entrevistarse con eminencias de todo el mundo.
Su paso por los Estados Unidos fue crucial; descubrió una sociedad asentada sobre el solido mercado capitalista, con un sistema político estable, basado en la libertad de prensa y el respeto por los derechos y garantías individuales. Encontró el sentido económico de la alfabetización. Su concepción de la educación pública de calidad, quedará impregnada en su deseo de modernizar la sociedad argentina.
Escritor, docente, periodista, militar, estadista, promotor de avances científicos y político, Sarmiento desplegó durante su presidencia una obra monumental.
Multiplicó el numero de alumnos en las escuelas (la cifra de educandos pasó de 30 mil a 100 mil), creó la primera institución dedicada a la formación de maestros (la Escuela Normal de Paraná), promocionó la práctica de la lectura, a través dela Leyde Bibliotecas Populares, que dio origen a 140 bibliotecas en todo el país.
Tras los resultados del primer Censo Nacional, se construyeron 1.117 escuelas públicas y más de 400 escuelas privadas, lo que permitió que cien mil niños estuvieran cursando sus estudios hacia final de su mandato. Además se contrató a profesores extranjeros para que aportaran modernas teorías educativas.
Hoy en EEUU, bibliotecas y centros educativos llevan su nombre, quizás el más famoso es la colosal estatua que se encuentra en la ciudad de Boston en honor al gran alfabetizador latinoamericano que logró, antes que EEUU, erradicar a comienzos del siglo XX el analfabetismo en un país.
Durante su gestión, se impulsó la extensión de las redes ferroviarias, se extendieron 5.000km de líneas telegráficas, se modernizó el sistema de correos y se inauguró en cable transoceánico, que permitió la comunicación inmediata con Europa.
Creó el Banco Nacional, fundó la Escuela Naval, el Observatorio Astronómico de Córdoba (primer observatorio del hemisferio sur del planeta),la Academia de Ciencias, los bosques de Palermo, el Jardín Zoológico y el Jardín Botánico en los terrenos que habían pertenecido a Juan Manuel de Rosas.
Durante los inviernos de 1887-1888, con la salud resentida por la sordera y una insuficiencia cardiovascular y bronquial, se refugió en la casa de su hija Faustina en Asunción (un rancho).
La muerte lo sorprendió en el mismo país que a su amado Dominguito, el 11 de septiembre de 1888.