El ministro de Economía salió ileso de la escenificación de las diferencias que hay entre el Presidente y la Vicepresidenta, que ayer se ignoraron mutuamente en Salliqueló. Cambio de foco en el plan electoral y una interna incómoda en Unión por Patria
En las horas previas al acto de Saliqueló, donde se inauguró el gasoducto Néstor Kirchner, en el oficialismo había muchas dudas sobre cómo sería el reencuentro público entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner. No compartían un escenario político desde el 1 de marzo, cuando se saludaron en el ingreso a la Cámara de Diputados para abrir las sesiones ordinarias del Congreso.
Algunos funcionarios y dirigentes temían que uno de los dos le pasara factura al otro y que la foto de unidad terminará opacada por las diferencias de una relación que está completamente quebrada. No sucedió. El vínculo ante las luces fue todo en términos de guerra fría. Te digo sin decirte pero para que los demás entiendan quién es el aludido.
Cristina Kirchner, la segunda en hablar, después de Massa, nunca hizo referencia a Alberto Fernández. No destacó nada de su gestión en un fecha clave para calendario nacional. Y cuando tuvo que halagar algo del Gobierno, utilizó a Sergio Massa como el canal para hacerlo. “Te hiciste cargo en un momento muy difícil, no arrugaste y vas para adelante. Eso es bueno”, destacó. La alianza política entre Massa y CFK está sólida, y ambos buscan dejarlo a la luz.
Después de la salida de Martín Guzmán del ministerio de Economía, el apuntado para reemplazarlo fue Massa, pero el entonces presidente de la Cámara de Diputados exigió algunos requisitos que Fernández no estuvo dispuesto a cumplir. Lugares en el organigrama del Estado, como el control del Banco Central, que aún sigue en poder de su amigo Miguel Pesce.
La estadía de Silvina Batakis duró poco más de un mes y Massa llegó al Palacio de Hacienda respaldado por todo el kirchnerismo y los gobernadores del PJ, que ejercieron presión sobre el Presidente en una reunión que tuvo lugar en el primer piso de la Casa Rosada, horas antes de que se concretaran los cambios múltiples en el Gabinete.
“Sergio Massa asumió un día antes de que nos vayamos en helicóptero”, dijo un puñado de meses atrás Jorge Ferraresi, actual intendente de Avellaneda y ex ministro de Hábitat del Gobierno. Esa decisión y ese desembarco en el Gabinete es lo que le valora CFK al actual ministro de Economía. Lo que evita decir es que esa llegada también fue aprobada por Fernández. Es decir, es un hecho de su gestión.
Cristina Kirchner halagó a Massa por ponerse al frente de la resolución del paro de colectivos del último viernes, por la gestión que está llevando adelante en el Palacio de Hacienda y por empujar desde su rol la construcción del gasoducto Néstor Kirchner. En el acto de ayer nunca lo nombró a Fernández. Tampoco lo miró. No aplaudió ninguna de sus intervenciones. Lo ignoró por completo. Solo atinó a recordarle, mientras el Presidente contaba el hecho, la foto que tiempo atrás le había publicado un diario después de un acto en el que anunció la construcción del gasoducto.
Fernández revindicó su gobierno y pidió, en más de una oportunidad, que haya unidad en el espacio político. “No somos un país sin destino, lo único que hace falta es que nos unamos para lograrlo”, sostuvo. Unos minutos después, ya en clave electoral y haciendo hincapié en las elecciones que se aproximan, afirmó: “No todo es lo mismo en política. Lo que más les pido es que preservemos la unidad. Mejor que decir es hacer y mejor que estar juntos es estar unidos. Dejemos de hablar y hagamos”. El mensaje fue directo al corazón del kirchnerismo.
Una vez que el Jefe de Estado terminó de hablar – fue el último en hacerlo – Massa pudo darse por satisfecho. Acababa de concluir un acto en el que el Presidente y la Vicepresidenta escenificaron la fractura expuesta del Gobierno, pero la maquillaron lo máximo posible. Tampoco sobreactuaron un amor que no existe. “Es la unidad por conveniencia. No está mal. No vamos a disimular que nos queremos, sino es verdad”, sentenció un importante funcionario nacional después del acto. Un fiel retrato de la realidad.
Lo cierto es que Massa logró dejar atrás el acto que, pese a ser un gran anuncio para el oficialismo, aparecía como una amenaza para su plan de acción en la campaña electoral. El precandidato a presidente quiere orden, gestión y paz interna. Y para eso es fundamental que no haya sobresaltos en las arterias de Unión por la Patria. Ayer la interna quedó anclada en Saliqueló. Al menos, esa fue la intención. El tiempo dirá si fue así o no.
A partir de ahora lo que le conviene al ministro es que Fernández y Kirchner bajen su nivel de protagonismo en la campaña, aunque la Vicepresidenta, junto a su hijo Máximo, tendrán gran parte del control en la estrategia y la comunicación. La foto de la unidad que logró Massa le sirvió al peronismo para consolidar un plan de acción electoral. Se sabe que están todos en el mismo barco aunque que ni siquiera se hablen.
Lo que sigue es una campaña concentrada en la gestión y la figura del ministro de Economía. El foco estará puesto en él y en la empatía que pueda generar en los mano a mano con los vecinos que le recomienda el consultor catalán Antoni Gutiérrez Rubí. Massa hablará de lo que hace día a día para mantener equilibrada la gestión y Agustín Rossi, su compañero de fórmula, explicará los motivos por los que el oficialismo entiende que el futuro es prometedor pese a la alta inflación que sufre el país.
En la tarde de ayer hubo una tregua entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Sirvió para respaldar la candidatura central de Unión por la Patria, largar la campaña electoral y lograr una foto de unidad que hacía tiempo que el oficialismo no obtenía. En el peronismo saben que no es la mejor imagen, pero aseguran que lo más importante es que están todos alineados y competitivos para afrontar los comicios. Cada día que pasa sienten que tienen más posibilidades de quedarse cuatro años más en la Casa Rosada.