No es un buen escenario para el comercio cordobés que debe enfrentar, además del achicamiento de la demanda, un incremento de costos fijos a raíz del aumento de la electricidad arriba del 200%. Así, la desaceleración de precios no es percibida ni por comercios ni por las familias consumidoras.
La desaceleración de los precios se consolida. Es un hecho. Todo parece indicar que la inflación de abril perforó la barrera de los dos dígitos, acumulando así cinco meses a la baja tras el abrupto salto de diciembre (25%). Por lo que en las redes sociales vinculadas al Presidente reina la algarabía. Las políticas anarcocapitalistas están dando sus frutos, sostienen los exégetas libertarios. Los principales balances de la economía se equilibran y los precios comienzan a ceder, declaran.
El precio de la desaceleración
Si bien habrá que esperar al 14 de mayo para conocer el reporte de inflación de Indec, diferentes consultoras privadas revalidan las proyecciones del gobierno sobre precios. Las más optimistas, inclusive, estiman subas promedio en torno a 7 puntos porcentuales. Según las averiguaciones que pudimos realizar desde La Nueva Mañana se advierte una desaceleración de los precios en supermercados y almacenes de cercanía. Así lo comentaron las principales cámaras que nuclean a esos comercios en Córdoba.
“La contracción de una economía en fase recesiva”, señaló el presidente de la cámara de supermercados de Córdoba Víctor Palpacelli, lleva a “nuestros proveedores” a implementar “fuertes estrategias de promoción (por dinámica y volumen de compra) que hace tiempo no aparecían”. La industria de la alimentación tiene “estancamiento y sobrestock”, lo cual motoriza precios a la baja para poder vender, reflexionan en el sector.
“La industria de la alimentación tiene “estancamiento y sobrestock”, consecuencia de ello los aumentos generales que han tenido los supermercados en abril “rondan entre 4 y 4,5%”, con productos a la baja como el azúcar o algunas marcas de aceite. Si bien se observa al interior de las cadenas de comercialización un “amesetamiento de las listas recibidas, con precios más atenuados”, se destaca la suba de la carne con un 8 por ciento promedio. Como así también las subas de los principales productos de la canasta básica que se movieron abajo del promedio.
Disminuye la inflación, pero también las ventas
A pesar de la desaceleración de los precios, los balances de los supermercados son negativos, sostuvo quien también preside la red Almacor. Durante el mes pasado hubo una contracción del consumo “en todas las áreas del súper”. De modo tal que, así como se advierte una caída de las ventas de la industria de la alimentación a los canales de comercialización, también ocurre una contracción de las ventas de estos a los consumidores finales. En efecto, el sector vendió 7% menos de unidades y cierra otro mes con caída en su rentabilidad.
Por su parte, los comercios de cercanía padecen la misma realidad; la baja de la inflación no estimula a una demanda que, lejos de repuntar, se desploma. La caída de las ventas en almacenes es del 30% y los pone en una “situación crítica”, enfatizó Vanesa Ruiz del Centro de Almaceneros de Córdoba a La Nueva Mañana.
Ruiz: “Observamos claramente una desaceleración en los porcentuales inflacionarios, similares a los de octubre del año pasado, pero de la mano de una caída abrupta del consumo”.
No es un buen escenario para el comercio que debe enfrentar además del achicamiento de la demanda un incremento de costos fijos a raíz del aumento de la electricidad. Los almacenes, por más chicos que sean, deben tener al menos 3 unidades de frío, explican en el sector. En efecto, la refrigeración, más la iluminación de los negocios y elementos de seguridad elemental (cámaras y alarmas), llevan los incrementos de la luz arriba del 200%. Con lo cual, la desaceleración de precios no es percibida ni por comercios ni por las familias consumidoras.
Así como la recesión impacta en algo tan elemental como la demanda de alimentos, también comprime el consumo de otros bienes más prescindibles. Esto se observa en el último relevamiento de la Cámara de Comercio de Córdoba sobre shoppings y paseo de compras. En donde hay dos datos a destacar que dan cuenta la crisis del sector. En comparación con abril del año pasado, el volumen de ventas se contrajo en un 26%, a la par que la rentabilidad de los comercios encuestados cayó 14%. En consecuencia, durante abril, el 80% de los comerciantes declaró haber vendido menos de lo que esperaba.
La caída del consumo impacta en la recaudación del fisco
Como es de esperar, la caída del consumo empieza a hacer mella en la recaudación de las arcas libertarias. Al estar más del 50% del cobro de impuestos atado al consumo, la depresión del mismo esmerila los recursos fiscales. Las cifras de la Administración de Ingresos Públicos del mes de abril así lo exponen con una caída interanual de los recursos reales en torno al 13%. De acuerdo a una consultora dedicada al análisis de la recaudación fiscal, el IVA estrechamente vinculado al nivel de consumo se desplomó un 9% y esto explica la merma.
En efecto, esto pone al gobierno anarco libertario en una disyuntiva, ya que para salvaguardar el superávit fiscal deben subir impuestos o gastar menos, agudizando así la recesión.
La desocupación viene asomando
Una recesión que en gran parte se explica tanto por la quietud de los ingresos frente a aumentos que promedian 90% en el lapso diciembre-marzo como así también por los despidos. De acuerdo al último reporte oficial (en base al registro SIPA), solamente en el sector privado se perdieron 40 mil empleos entre diciembre y enero. Si bien aún no hay registros oficiales sobre los meses siguientes, se da por descontado que la contracción continuó hasta abril, al no haber indicio alguno de que la performance del mercado laboral abandone la tendencia contractiva.
La contracción del mercado laboral es una realidad que comienza a inquietar a una sociedad que lidiaba con alta inflación, bajos salarios, pero con cifras bajas de desempleo. Lo que se presenta ahora es distinto. Un escenario al que no se estaba acostumbrado y, por tanto, se desconoce. En caso de que la desaceleración de la inflación se consolide, pasaríamos de un escenario de alta inflación con alto nivel de consumo a otro de subas moderadas, pero con baja demanda.
Fuente: La Nueva Mañana