Para algunos, es una pandemia sobre la pandemia. Y hay hospitales de todo el mundo que ya generan unidades especiales para atender a quienes lo sufren: se trata del síndrome post Covid o Covid largo. Incluso, los cuadros se llegan a describir como “secuelas post agudas de la infección por SARS-CoV-2” (pasc, por sus siglas en inglés). El nombre, y el concepto, aún son parte de la discusión entre expertos, y existen varias investigaciones en marcha para acotar sus alcances y conocer sus causas fisiológicas. Se lo denomine como se lo denomine, lo cierto es que luego de la fase crítica, que lleva a una letalidad global de alrededor del 1%, un buen porcentaje de los infectados sufre una serie de síntomas, se cuentan hasta 200 en diversos órganos. Se presentan o perduran en el paciente y pueden derivar en la muerte, según edad y otros factores de riesgo, y se detectan más en hombres que en mujeres.
No hay estudios definitivos respecto a cuántos pacientes en total se ven afectados. Sin embargo, existen diversas estimaciones, que van desde el 10 al 30% de quienes tuvieron Covid. Ese número, sólo en la Argentina, implicaría tener que atender (o continuar atendiendo) como mínimo a 200.000 personas, únicamente usando para el cálculo los casos confirmados por PCR. Desde luego, no todos necesitarán acceder a un tratamiento específico y los síntomas pueden remitir con el paso de las semanas.
Qué tan mortal llegará a ser esta “segunda ola interna” es algo que aún los médicos e investigadores están tratando de determinar, pero podría depender de cuán grave fue el período agudo de la enfermedad. “Es un tema enorme desde muchos puntos de vista y ya se describió tanto en China como en Italia desde el año pasado”, dice Jorge Mercado, director del curso de médico especialista en medicina interna de la Asociación Médica Argentina. “Lo que resulta llamativo es que dura mucho tiempo. Son personas que siguen con síntomas tras meses de haber tenido el contagio. Aunque es cierto que sólo en algunas hay riesgo de muerte, sí afecta a todas en la calidad de vida: algunos síntomas por los que consultan son fatiga, astenia o falta de energía, dolores de cabeza, trastornos de la memoria y atención o niebla mental”, aporta.
Cómo considerar estos cuadros para las licencias es uno de los interrogantes que plantea Mercado. Según el experto, se trata de “todo un capítulo para la medicina del trabajo”.
Alejandro Videla, neumonólogo del Hospital Universitario Austral y vicepresidente de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria, agrega: “Las personas con este síndrome tienen muchos síntomas. Los más comunes son los respiratorios, como tos y dificultad pulmonar, pero también otros, como decaimiento y fatiga, dolores musculares, taquicardia y opresión torácica. A la lista se suman algunos menos conocidos, pero recurrentes. “Se ha descripto un estado de confusión mental con pérdida de memoria y de la capacidad de concentración. Son muy comunes los síntomas de depresión y ansiedad. Es especialmente difícil diagnosticarlo en personas mayores, pero los cuadros son en general leves y no requieren internación”, indica.
Ahora, si una persona tuvo la enfermedad y después aparece alguno de estos síntomas, ¿cómo pueden estar seguros los médicos de que la causa es el Covid y no otro virus u otra situación vital? ¿No se podría confundir con la debilidad adquirida por quienes estuvieron mucho tiempo en terapia intensiva? “No siempre se puede saber la causa, hay que hacer análisis de los factores de riesgo, pero en el caso de un paciente que no es hipertenso, no tiene antecedentes, y después de tener Covid, a los pocos meses, tiene un accidente cerebral, no podés dejar de evaluarlo [al Covid] como factor”.
En distintos órganos
Tampoco la fisiología de este síndrome está del todo clara todavía, pero hay un cierto consenso en que la respuesta inflamatoria que genera el propio cuerpo ante el ataque del virus permanece incluso después de que el sistema inmunológico elimina el virus. “Hay marcadores de inflamación, como la ferritina, que son un índice de que la enfermedad aguda se transforma en crónica. Eso es lo que se está viendo e investigando”, afirma Mercado. Y remarca que “cuanto más graves estuvieron los pacientes, mayor respuesta inflamatoria y más síntomas”. Sin embargo, aquellos que cursaron la infección sin complicaciones tampoco están exentos. “Vemos pacientes que tuvieron Covid leve que no recuperan el olfato, siguen con tos seca, no pueden hacer ejercicios…”, ejemplifica.
Hay marcadores de inflamación que son un índice de que la enfermedad aguda se transforma en crónica.
Y eso explicaría por qué ataca a órganos tan distintos. Así lo detalla Greg Vanichkachorn, especialista en medicina ocupacional de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota, ante la consulta de LA NACION: “En los pulmones, puede producir fibrosis que lleva a dificultades del movimiento pulmonar, la oxigenación y finalmente la respiración. En el corazón, hemos visto signos de una inflamación llamada miocarditis, incluso varias semanas después de la infección aguda. En el sistema nervioso, hemos observado neuropatías de pequeñas fibras que controlan el sistema autónomo, por ejemplo, el de los vasos sanguíneos. La neuropatía puede llevar a una disfunción de los nervios que controlan el dolor y provocar dolores en músculos y ligamentos”.
Tratamientos
A diferencia del coronavirus, sin un tratamiento estándar, para este síndrome sí se pueden generar acciones, según el órgano afectado. “Lo primero es aceptar que esta enfermedad existe y validar los síntomas que cuentan los pacientes. Luego hay que instrumentar una rehabilitación respiratoria y motora. Son especialmente necesarios equipos multidisciplinarios, que tomen en cuenta también los aspectos psíquicos y emocionales”, señala Videla. Aclara que las personas con Covid prolongado pueden vacunarse y que se trata de “una vía de tratamiento en exploración”.
Hay que instrumentar una rehabilitación respiratoria y motora. Son especialmente necesarios equipos multidisciplinarios.
El experto explica que los centros médicos ya reaccionaron. “Hay unidades en los hospitales que se están creando para este síndrome. En el Hospital Fernández, de hecho, ya funciona una unidad para tratamiento y seguimiento de los pacientes con repercusión inflamatoria, con grupos de kinesiológicos para la rehabilitación de la marcha, pero también en otros lugares del mundo se crearon unidades para el manejo de estas situaciones que incluyen neurología, atención cardiovascular y respiratoria”, precisa.
¿Y en niños? ¿También se presenta este síndrome?
Gabriela Ensinck, secretaria del comité nacional de infectología de la Sociedad Argentina de Pediatría, señala que hay dos cuadros principales del “síndrome inflamatorio multisistémico post covid”. Comprende dos conjuntos de síntomas: “El síndrome tipo Kawasaki, que consta de fiebre de cinco a más días con un tipo conjuntivitis sin secreción, una erupción en la piel generalizada, náuseas, vómitos y dolor abdominal, que puede provocar un shock”. El otro cuadro está un poco más indefinido, explica Ensinck, pero “puede tener síntomas respiratorios, náuseas, vómitos, dolor de cabeza, sin erupción en la piel, ni ojos rojos”. La mayoría de los niños, casi en un 90%, son asintomáticos o leves; un muy pequeño porcentaje requiere terapia intensiva y es aún menor la cantidad que se complica más, informa la especialista. “Serán alrededor de 120 casos que fueron denunciados al Ministerio de Salud”, precisa.
Más de un año después del inicio de la pandemia, aquel coronavirus que salió en algún momento de 2019 de un murciélago y se acomodó a reproducirse en los seres humanos, sigue dando dolores de cabeza, literalmente, y generando respuestas de la ciencia y la medicina, que le tiran con todo su arsenal. Pero la lucha continúa.