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Justicia y Dolor: La Historia de Mirela y la Lucha Contra el VIH

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En un fallo histórico, la Justicia de Villa María condenó a tres años de prisión efectiva a un hombre de 61 años, excombatiente de Malvinas, por haber contagiado VIH a su esposa, Mirela, sin informarle nunca sobre su condición. Este caso, que salió a la luz durante la pandemia de COVID-19, expone las secuelas devastadoras de la violencia de género en sus formas más silenciadas.

 

 

Mirela descubrió la verdad cuando su salud comenzó a deteriorarse gravemente, experimentando síntomas inexplicables como diarreas, vómitos y una debilidad extrema que le impedía caminar. A pesar de sus internaciones médicas, los diagnósticos no daban con la razón de su estado. Mientras tanto, su esposo, quien era voluntario en un hospital junto a ella, continuaba con su rutina sin revelarle su condición.

El tribunal lo encontró culpable del delito de lesiones gravísimas, doblemente calificadas por el vínculo y por violencia de género. Sin embargo, para Mirela, la sentencia resulta insuficiente. «Estoy condenada de por vida a la medicación, y aún existe discriminación y prejuicio para quienes hemos contraído el virus», expresó con dolor.

El peso del estigma y la lucha por la justicia

El impacto del diagnóstico transformó la vida de Mirela en una pesadilla emocional y social. «El daño y la estigmatización, la medicación de por vida, el trauma postraumático, los antidepresivos, los antipsicóticos, el miedo terrible… Hace más de un año que me manejo con botón antipánico», detalló. Aunque su carga viral está «negativizada» gracias a un estricto tratamiento, el estigma social y las secuelas psicológicas siguen presentes.

Mirela también contó que entre los testimonios que ayudaron a esclarecer los hechos están los de exparejas de quien aún es su marido. Además, expresó haber tenido que solicitar restricciones a parte del entorno del acusado. A pesar de todo, resaltó que busca evitar que se repitan situaciones similares y que, así como sufrió este engaño que le trajo problemas de salud, ella es frontal y expone su situación para que cualquier persona que se acerque sepa su realidad y sea consciente de cómo vive.

Pese a la difícil situación, Mirela encontró en la denuncia una forma de enfrentar la injusticia. «Creo mucho en Dios, tengo gente que realmente me quiere, y eso me sostiene», afirmó, subrayando la importancia del apoyo de su entorno.

También resaltó la importancia de medicarse. En su caso logró ya lo que se conoce como estado «Indetectable», por lo que, siguiendo las pautas de medicación, tampoco puede transmitir el virus.

 

Reflexión y prevención

Estos casos reavivan el debate sobre la responsabilidad penal en la transmisión intencional de enfermedades graves y la falta de conciencia sobre el impacto de la violencia de género en este contexto. En respuesta a esta problemática, la provincia de Córdoba y la Fundación Huésped han firmado un convenio para reforzar la prevención del VIH y promover el acceso a información y tratamientos.

Para Mirela y muchas otras víctimas, el camino hacia la justicia y la sanación es largo. Pero su valentía al contar su historia se convierte en una voz de advertencia y concienciación para la sociedad.

 


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