El resultado computa el pago de intereses de la deuda, que se concentran en el primer mes del año y en julio. Con la recaudación en baja, operó una marca caída del gasto público
En tren descomprimir las expectativas negativas en el mercado tras la fallida aprobación de la Ley de Bases, el ministro de Economía, Luis Caputo, anticipó un dato que no llega a aliviar todas las tensiones pero no deja de ser bien recibido: en enero hubo superávit primario, lo que le permitió, por primera vez en los últimos 8 años, alcanzar el equilibrio financiero.
Ese resultado, destacó el economista Nadín Argañaraz del IARAF, es “atípico”. Según su retrospectiva, para encontrar un resultado similar hay que remontarse prácticamente a 2015, cuando el peso de los servicios de la deuda era menor. Al año siguiente, en el debut de la gestión del ex presidente Mauricio Macri, en 2016, se retomó la tendencia al desequilibrio fiscal en el que los servicios de la deuda ganaron protagonismo respecto del resultado primario. De hecho, alcanzar un resultado neutro o positivo en el balance primario -es decir, el resultado de los ingresos descontados los gastos, sin computar el pago de intereses de la deuda- es mucho menos infrecuente durante el primer mes del año. Es lo que señaló el experto ya que eso ocurrió en 5 de los últimos 8 años.
Sobre la cuestión aportó también el secretario de Finanzas, Pablo Quirno. En la red social X, el funcionario compartió una explicación en la que, sin embargo, aseguró que es la primera vez en más de 10 años que se obtiene el equilibrio, “Como llegaremos al equilibrio financiero en enero ‘24 (primera vez en más de 10 años), es importante distinguir que el resultado financiero es el resultado primario, restando intereses”.
“Teniendo en cuenta que los ingresos tributarios caerían alrededor de un 2% real respecto al año 2023, el resultado fiscal positivo debe venir de la mano de una importante caída real del gasto”, analizó el especialista del IARAF. Los datos oficiales, en tanto, se conocerán recién el 20 de este mes.
Gran parte de la caída real del gasto público se concentró en el renglón que, por estas horas, es el motivo central de la batalla política entre el Gobierno central y las provincias. Las 24 jurisdicciones vieron en la mayoría de los casos reducidas a 0 las millonarias transferencias discrecionales que recibieron hasta el año pasado. De acuerdo a un informe del IERAL, las transferencias no automáticas sumaron apenas $200 millones. Un año atrás habían superado los $45.000 millones,
La provincia de Buenos Aires, la mayor beneficiada en ese reparto, recibió el mes pasado unos $50 millones contra los casi $38.000 millones que recibió el año pasado mientras que otras 13 provincias directamente no recibieron nada. La única “ganadora” fue la Ciudad de Buenos Aires a la que el año pasado le giraron $9 millones comparado con los $74 millones que recibió en enero de este año.
Fuente: Infobae