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MIGUEL ANDREIS | Los enigmas de las vacunas

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Escribe: Miguel Andreis  –    12 de marzo de 2020, el gobierno de Alberto Fernández convocaba a sus ministros a una reunión de urgencia en Olivos. La pandemia obligaba a declarar la “cuarentena”. Encierros masivos, distanciamientos sociales, uso del barbijo, protocolos  y un sinfín de nuevos y descocidos formatos de vida. Extrañamente, las medidas a adoptar, se conocieron recién 8 días más tarde cuando el mismo Fernández lo hacía público el 20 de dicho mes. El país se convulsionó. El mundo se estremecía en uno y otro continente, solo que Argentina comenzó a transitarlo marcha atrás. Posteriormente, se dieron señales que todo pasaba por la construcción de la elemental herramienta  llamada “COE” (Centro de 0peraciones de Emergencia). CFK, con hombres de su riñón, se hicieron cargo de las estrategias para confrontar con la desconocida y temida pandemia. Elementalmente se estableció que la responsabilidad no se derivaría, ni mínimamente, a oposición ideológica alguna. Las mayores incongruencias y salteados aciertos, todo dependía del poder. Durante casi dos años todo dependió de la voluntad del poder nacional. Semanas atrás, fue desarmado el COE. Poco se explicitó en cuanto a la decisión asumida. Acotación al margen, tal ente, se perfiló en el tiempo aludido, como una proyección cuasi policíaco.

Desde los mayores- mayores, hasta los menores- menores

El virus va camino a las 110 mil muertes. Los padecientes, ya no solo pertenecen a la tercera edad como se nos impuso originalmente, sino que en los últimos tiempos, alcanzó a niños de corta edad.

Algo impensado en sus comienzos. Fernández y CFK comenzaron, látigo en mano, silla mediante, su oprobioso derrotero de las vanidades y de la ignorancia. La grieta se ensanchaba. El odio y el pavor también. Así nos encontramos con los exasperados y anhelantes esperanzados de las llegadas de los inoculantes, mientras que en la vereda de enfrente se posicionaron, cada vez con mayor voluntarismo, aquellos convencidos que las vacunas solo servirían para acotar la demografía del planeta. Dos discursos sustancialmente contrapuestos, aunque en el medio quedaban las vidas de millones de personas. Desde entonces todo lo que no debía hacerse se hizo. Entre las razones de unos y las sospechadas verdades de otros el mundo trepó a los 5 millones de seres que se escapaban para siempre. Los intereses políticos y económicos se privilegiaron sobre cualquier razón.

La economía en estado de coma sacudió todos y cada uno de los sueños acumulados en decenas de años. Los mandantes no encontraron otra solución mejor que poner en su máxima producción a la maquinita de pintar dinero. Como ocurrió hace años con las cuasi monedas: los Cecor; Lecor, Patacones, etc.

Se ejecutó a proyecciones impensadas el uso de los discursos sostenidos en una sola vertiente del  pensamiento. Farsas sobredimensionadas mientras la gente continuaba su ritual de transformarse en cenizas- El temor se dibujaba con un tridente en mano. Levantaron las compuertas  de las dicotomías: Salud o economía. No acertaron en nada.

El desvergonzado ocultamiento

Así nos fuimos tropezando con vacunas que nunca adquirimos, nos negamos a su llegada. En la nada quedaron 13 millones (Pfizer) que rechazamos porque provenían del imperialismo capitalista”. ¿Cuántas vidas se podrían haber salvado? El egocentrismo del populismo tiene distintas maneras de exterminar a quienes no pueden dominar. Una es la que estamos atravesando.

Las componendas geopolíticas, como las impulsadas desde la Casa Rosada con China y Rusia, desnudo el océano que nos espera. Entonces, con las llegadas de los primeros aviones, la potenciación mediática de rasgos proselitistas y las  cargas de frasquitos garantes de vida. Todo un simbolismo de esperanzas.  La desazón llegó enseguida al  destaparse los vacunatorios Vip y el privilegio de la impunidad que nunca se sonroja.

Los investigadores de diferentes órdenes se establecieron como pastores con la verdad relevada. No por mucho tiempo. No todos, pero naufragaron no pocos.

Cobraba dimensión otro posicionamiento, los del grupo anti vacunas o el promover tratamientos de dudosa eficacia.

Los profesionales de la lucha cuerpo a cuerpo, los que ocupaban sus puestos en las zonas de gravedad inusitada hacia el contagio, era una constante. Ellos fueron, quizás los únicos, rescatados por la ciudadanía. Una lucha sin horarios, en la cotidiana reyerta de la prueba- error. Sobre tal andarivel, el conocimiento fehaciente no era lo que abundaba. Seguramente hoy los avances en los tratamientos promuevan otros resultados. No obstante, la muerte, no quiere abandonar la razón para la que fue creado el COVID 19.

Rápidamente se fue expandiendo la denominada “Delta”. Nueva metedora de miedo.

En nuestro país se debió pasar casi un año para recibir la tan ansiada inoculación. Y será entonces donde se desata otra guerra, el positivismo o la negación sobre las vacunas. Lo ideológico se alimentaba en el mismo plato del terror. De un lado de la grieta se sostenía que las rusas y chinas eran veneno. Como contra fáctico desde el poder nos querían convencer que los argentinos no precisábamos comercializar con el sistema capitalista, porque se trataban de combinaciones para mutilar el mundo. Una barbaridad demencial. Lo concreto es que se acercaban las elecciones. Se acercan.  Él cuenta vueltas de perecidos no se detenía- tampoco se contenía la idiotez y menos aún la insensatez. Mientras tanto el Ministro de Salud Ginés Gonzalez García, cuyo rol se asemejó a un esparpajo escapado de una película de espanto, estuvo a punto de ser considerado héroe nacional. Todavía están a tiempo. La economía se detonó. Miles y miles de empresas, industrias y comercios fueron condenados a la abstracción de la supervivencia. La pobreza creció como jamás en la historia. Más de un millón y medio de personas quedaron sin puestos de trabajo. La desventura se convirtió en clientes incondicionales de la infame industria del hambre que maneja al poder.

Las voces de científicos, ni de los mandantes, no siempre se vuelven creíbles. Aceptables. Confiables. Al menos muchos de ellos tampoco saben sobre la verdad que suele transparentar la ciencia. En fin, no hay autenticidad del absolutismo.

Uno de los grandes errores cometidos por esta gestión fue el no comunicar a la altura de las circunstancias. Las voces y órdenes bajadas por el gobierno se transformaron en rayanas a lo pésimo, a lo paupérrima y políticamente lastimosa. Diariamente nos van llenado de interrogantes. ¿Dónde fueron a parar los once millones de vacunas que aún no se colocaron? ¿Esperan el tiempo electora? Claro que no es lo único, tampoco en ningún momento se habló de casi los 40 suicidios, básicamente de jóvenes, auto eliminados en nuestra ciudad… ¡Una cifra que debería llevar al poder  a investigar él o los por qué; No menos preocupantes es ir observado el enorme crecimiento de enfermedades con bases psicosomáticas; trastornos de ansiedad o variantes mentales…¿?

Claro que eso no es todo. Nos encontramos que en los últimos meses de vacunaciones no fueron pocos los casos de muertes sin el conocimiento de sus orígenes ¿Se hicieron autopsias? Hay estadística con qué marcas de vacunas y cuantas dosis se usaron con los mismos? Muchos de ellos es gente que se suponía sana y resguardada por sus defensas… No todos, nos indican, tenían comorbilidades.

Continúan los decesos por supuestas complicaciones cerebrovasculares como ACV, embolias cerebrales y un nutrido y patético etcétera. ¿Tendrán relación alguna son las referidas inoculaciones? Silencio de oxígeno.

Dos conceptos para evitar alquimias de pensamientos: “Me he vacunado con dos dosis y lo volvería a hacer las veces que fuese necesario; para quien suscribe, no hay método superior de protección que la inoculación. Sin embargo, permanece en mi interior una fuerte duda, incógnitas enmudecidas y,  con una enorme cantidad de personas que tienen la misma visión aquí detallada. Es verdad que las vacunas salvan vidas… Eso no está en discusión,  ahora ¿No serán parte de lo incompatible que salva a unos y  termina a otros con su existencia? Hay demasiada mudez por parte de la ciencia y el poder sobre dichos efectos… Alguna vez deberemos conocer la verdad. En nuestra ciudad son muchas las vidas que se extinguieron luego de ser inyectados. Sí, de ser vacunados. Tal vez se trate de una casualidad, también es posible… Finalizo: ¿Y si no fuese una casualidad?


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