Escribe: Miguel Andreis
Que la luna tiene sus influencias la misma ciencia lo reconoce y se explaya sobre la materia. Se dice que cuando la misma es “Luna llena” todo cambia en el derrotero de la tierra. Varias fueron las civilizaciones y culturas que la tenían como un factor referencial. Así nos encontramos con estigmas y no tantos que van desde las siembras; el corte de cabello; los nacimientos; lo que demora en cerrar una herida; los peces que se echan a perder después de haber sido sacados del agua, etc. Se volvería imposible enumerar la cantidad de tramas que figuran bajo el influjo de esta esfera brillante.
Civilizaciones como los Mayas; Incas o Aztecas se movían con sus propios calendarios. Todos regidos por los perfiles lunáticos. No obstante…
El “Viejo” Pedro Milesi
Pedro Milesi, cuando lo conocí en la casa del “Gaita” Eduardo Requena, era un hombrecito de unos 80 años, cabellos absolutamente blancos tez rojiza, achatado de almanaques. Nunca más encontré en cuadro político con esa formación.
Después supe que había cursado la primaria hasta tercer grado. Siendo un niño tuvo que ir a trabajar como ayudante de albañil con su padre. Una familia católica practicante. De adolescente con su “mono”, (envoltorio) al hombro recorrió gran parte del país montado en un tren de cargas, supo de todos los trabajos del peón golondrina. No le esquivó a los más pesados. Siempre con un libro en sus manos. Debió irse del país por oponerse al servicio militar obligatorio. A los 90 años, con una memoria formidable, podía narrar los hechos más relevantes de las luchas de la clase obrera argentina o poemas de grandes autores. De Joven militaba en el Sindicato de Oficios Varios. Fue uno de los activistas fundamentales del “Grito de Alcorta”, huelga contra los terratenientes. Se afilió al Partido Socialista Argentino y contribuyó a la creación de la Biblioteca del Centro Socialista. Escribía en los medios gráficos de las organizaciones obreras. El Gobierno militar de José Félix Uriburu lo detuvo y envió al penal de Ushuaia, donde pasó un invierno.
Entre 1948, habiendo dejado el sindicalismo se radica en Córdoba (Bialet Massé). En 1962 entabla amistad con Agustín Tosco. Un hombre ligado al Sitrac- Sitran, dando charlas sobre los cursos del movimiento obrero. Muere en junio de 1981. Una vida absolutamente entregada al compromiso de la lucha social.
En su biblioteca habitaban los clásicos de la literatura de todos los tiempos. Siempre había tapas duras para penetrar ese volcán de letras. Subyugaba con sus conocimientos. Atrapaba con sus relatos.
En una ocasión uno de sus compañeros de la antigua militancia aludió que no podía explicar el por qué, había libros, absolutamente recomendados, que no los podía terminar de leer; los dejaba; abandonaba o quedaban en el olvido. Casi sin registros en su memoria… Pedro preguntó sonriente:
– Te fijaste qué luna había cuando lo empezaste…
– No. Para qué me voy a fijar qué luna hay…
No esté tan seguro compañero. Siendo joven un zapatero anarquista, eterno en años, supo recomendarme…” nunca comiences a leer un libro cuando está la luna llena… Lo más seguro es que lo dejarás en la mitad o pasara por ti sin aportarte nada”
Vaya uno a saber, desde entonces intento empezar una obra literaria con cualquier luna menos la llena… Quizás que el zapatero anarquista y Pedro hayan tenido razón.