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Informe de IDESA: «La recuperación del empleo vendrá por la informalidad»

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La pandemia profundizó los problemas laborales. Quienes más lo sufrieron fueron los trabajadores informales. Con más flexibilidad a la movilidad de las personas, parte de estos empleos se están recuperando. Pero se mantiene la tendencia secular a no generar empleos de calidad.
La pandemia golpeó con virulencia a los países del mundo occidental. Una particularidad en la Argentina es que la caída en la producción –el INDEC la estimó en un 10%– fue más fuerte que en la mayoría de los países. La otra particularidad, más importante aún, es que esta abrupta parálisis productiva se está dando como continuidad al proceso recesivo iniciado en el 2018 que, a su vez, es un eslabón más de un largo proceso de decadencia productiva, laboral y social.

Así, el mercado laboral argentino termina con un año negativo. El Ministerio de Trabajo estima que en el 4° trimestre del 2020, respecto a igual periodo del año anterior, hay 500 mil personas más que pasaron a la inactividad laboral (no trabajan ni buscan trabajo) y otras 300 mil personas más que se declaran desocupadas (no tienen trabajo pero buscan activamente uno). La pandemia acumula un saldo de 800 mil personas que perdieron su trabajo.
La recuperación de la economía por el relajamiento de las medidas sanitarias está activando la recuperación del empleo informal. Esto ya se observa si se compara el último trimestre del año con los dos trimestres anteriores que fueron de confinamiento más estricto. Sin embargo, esta recuperación del empleo informal consolida en Argentina un mercado de trabajo fuertemente segmentado. Menos de la mitad del empleo es asalariado formal (del cual un tercio es empleo público), mientras que la otra mitad es empleo asalariado no registrado y cuentapropismo (el cual en su mayoría también es informal).
Un mercado laboral con más gente en la inactividad, en el desempleo y en la informalidad también pone en riesgo el funcionamiento de la democracia. Crecientes cantidades de hogares tienen dependencia estructural de la asistencia social. Esto es un condicionante muy severo para ejercer el derecho a voto con libertad de criterio. Mientras mayores sean los déficits laborales, más fértil es el campo para las políticas demagógicas y oportunistas manipulando a la gente en base a su necesidad.


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