Saltar al contenido
Inicio » Elisa Brown: la que murió de amor

Elisa Brown: la que murió de amor

Compartir en redes

Hay quienes afirman que en las noches de luna llena una niña vestida novia se pasea a la orilla del Riachuelo en el barrio de Buenos Aires. Arrastrando su hermoso vestido por la arena, el fantasma de Elisa Brown, “la novia del plata”, lamenta el trágico desenlace de su vida amorosa. Esta es la vida inmersa en amor y muerte de la hija del Almirante Brown. Uno de los relatos más conmovedores de la historia argentina.

Una familia perfecta

Elisa nació con nuestra patria… en 1810, aunque en tierras inglesas. Sin embargo, su trágica vida le depararía conformar las páginas escritas de la historia nacional.

A principios del siglo XIX, toda su familia dejó Inglaterra y se estableció en Buenos Aires. Allí, su papá, Guillermo Brown, se convertiría en líder de la reciente Armada Argentina, y prócer de nuestra independencia.

Elisa creció entre las labores de aguja que le enseñara su madre, Elizabeth Chitty, y la pasión por el mar, que heredara de su padre.

Los Brown, se instalaron en el barrio sureño de Barracas, donde junto a las clásicas barracas de cuero de los esclavos, se fueron levantando las suntuosas residencias de las familias más importantes de la sociedad bonaerense.

Cannon House o la “Casa Amarilla”, como era conocida la lujosa residencia del almirante Brown, fue el escenario donde se desarrolló la historia de amor de Elisa Brown, de apenas diecisiete años, y el marinero escocés  Francis Drumond, de veinticuatro, quien llegara a su vida de la mano del capitán Coe, amigo y compañero de su padre.

 

Amor en guerra

Francisco nació en Dundee, Escocia, en 1803. Su familia tenía una tradición militar. Hijo del Capitán Francis Drummond y Chatarine Young, pertenecían a la elite de Forfar. Sus antepasados habían servido a distintas causas, y su padre y sus cuatro hermanos habían muerto en combate.

En plena juventud viajó a América. Al llegar, se incorporó voluntariamente a las fuerzas del almirante Brown. Era muy apuesto y hacia suspirar a varias mujeres, sin embargo, al alojarse en Cannon House, conoció y se enamoró completamente de Elisa. El amor tan fuerte que vivieron entre ambos, hizo que poquitos meses después se comprometieran. Tristemente, su cálido y prometedor romance pronto se vio interrumpido por la guerra.

El 6 de abril de 1827, Francis marchó a combate con la flota de Brown, mientras Elisa bordaba su tan esmerado traje de novia.

Heroísmo hasta el final

En el mar, la suerte de Francis daría un giro radical. Por entonces, la República Argentina se encontraba en guerra con el Imperio de Brasil, y Drummond, concurre a la Batalla de Monte Santiago, como comandante del buque “Bergantín Independencia”. La desventaja con el país vecino era abismal. Los soldados debieron defenderse con tan solo tres naves, que se enfrentaban a los dieciséis barcos brasileños.

En la batalla, el enamorado se destacó por su valentía, fue un verdadero león sobre la cubierta de su buque. Cuando en medio de un bombardeo se quedaron sin municiones, ordenó cargar los cañones con eslabones de cadena. Hacer todo… menos rendirse.

A pesar que los brasileros iban ganando, Drummond nunca dejó de dar batalla, pero en medio del humo que enturbiaba el espacio, una esquirla le arrancó una oreja de cuajo. Malherido, no dejó de dar órdenes… y seguir luchando.

Todo por su hija… pero fue tarde

Al ver que la vida de Drummond corría peligro, el almirante Brown, desde otra nave, la Sarandí, le ordenó mediante señales con banderas que abandone el buque de inmediato, quemando antes su casco para que no cayera en manos del enemigo.

Sin embargo, Francisco continuó peleando, tomó un bote y, en medio del fragor de la lucha, se abrió paso hasta el Sarandí para pedirle a su almirante más municiones y su autorización para no abandonar la contienda. Al verlos, las naves enemigas descargaron contra el pequeño bote todas las municiones, volando en pedazos la embarcación.

El novio, esta vez sí herido de muerte, es rescatado por sus compatriotas, que lo llevaron a bordo del tercer navío argentino, el República. Allí, lo acostaron en la litera de Juan Coe, el joven capitán de ese buque. Drummond se enfrentó cara a cara con la muerte, y con el último aliento, cumplió con sus deberes heroicos. Pronunció unas palabras que evitaron cuidadosamente la queja; dio a su amigo, el capitán Coe, el anillo de boda para que se lo entregara a Elisa, y alcanzó a mantenerse vivo hasta la llegada del propio almirante, en cuyos brazos… cerró sus ojos.

 

“Hija; tu amor ha muerto”

Fue el propio Almirante quien tuvo que encargarse de darle la triste noticia a su hija. Dicen que Elisa no emitió una mínima reacción adversa y continuó bordando su vestido de novia, como si nada hubiese pasado. Luego, apretó con fuerza su anillo, lo besó incansablemente, y se marchó en silencio. Todos en Cannon House creyeron que la joven acababa de sumergirse en una silenciosa demencia.

 

“La novia del Plata”

La mañana del 27 de diciembre, fecha en la que la joven pareja había marcado su boda, Elisa se vistió con su traje de novia, el que había bordado con tanto esmero… y caminó hacia la orilla del Riachuelo.

Fue su hermano Enrique quien advirtió la tragedia, quien desde la atalaya de la casa amarilla pudo ver el cuerpo de su hermana flotando sobre las aguas del Plata envuelto en su inmaculado vestido blanco. La joven, atormentada por la pérdida de su amado, acababa de entregar su vida al mar que su padre tanto amaba.

El almirante nunca pudo reponerse de la tragedia. Por muchos años se lo vio vestido de negro, parado en la puerta de su casa, mirando fijamente a la distancia. El jardín de la casa se convirtió luego en la plazoleta Elisa Brown, un modesto homenaje que le hizo su ciudad.

Hoy, la leyenda del fantasma de Elisa Brown compone un atractivo más al pintoresco barrio de Barracas, mientras su cuerpo descansa junto al de su amado en el Cementerio Británico.

 


Compartir en redes