Antes que nada, un necesario momento de autoayuda. Respiramos profundo, nos tomamos todos de la mano y aceptamos que la defensa de la Constitución y la República a veces exige sacrificios como el que tuvimos que hacer esta semana. Ampliemos.
Tanto nosotros, los que siempre hemos votado opciones republicanas y occidentales como ellos que votan autocracia feudal kirchnerista, sabemos que a veces toca tragar sapos. Posiblemente ellos los degluten con más facilidad que nosotros porque están más acostumbrados y porque el famoso verticalismo los ha hecho más obedientes.
Cuando les tocó Isabelita era Isabelita, cuando les tocó Menem fue Menem, cuando les tocó indulto fue indulto, cuando les tocó Néstor fue Néstor y cuando los mandaron a votar a Scioli fueron y lo votaron a Scioli. Ni hablar del sapo que se están comiendo ahora con Alberto. En otras palabras, a la hora del batracio los kirchneristas suelen tener un esófago muy elástico.
Por supuesto, esa sumisión dogmática te lleva a que cuando toca De Vido es De Vido, cuando toca Boudou es Boudou y así se va descendiendo a los infiernos del Dante hasta llegar, por ejemplo, a Parrilli, Zannini o, ya en el fondo de la olla, a ese oscuro averno en donde arden especies tales como Insfrán o Gollan.
Fuente: Clarín